Altea Cantarero, pseudónimo elegido y surgido del misterio, nació en el verano mediterráneo al albor de los años 80, en Alicante, la casa de la luz. Vive en el sur y es madre, además de investigadora en su otra vida.

Hija de emigrantes manchegos, las raíces de Altea están cada vez más presentes en su pluma. Ha firmado durante un año la columna de prensa «La cala de Altea» en el periódico El Día Digital de Castilla-La Mancha. En sus colaboraciones en medios como la revista cultural Los Ojos de la tierra  o la web Elescritor.es, ha contado lo que es para ella escribir, ese «fuego», o por qué su abuelo la llamaba «cervantina»,

Escribe desde que tiene memoria. Seducida pronto por el género negro, desde hace unos años se embarcó en la novela noir. No habla mucho de sí y, a la vez, lo dice todo entre sus páginas.